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Blog del Bufete Jurídico Marcos García-Montes |
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PRÓLOGO DEL LIBRO DE "EL PERA" |
El término de
"delincuencia juvenil" fue acuñado en Inglaterra en el año 1815 y
desde entonces han existido y se han cometido comportamientos delictivos por
menores penales, fuera cual fuera la edad establecida para así considerarlos. La delincuencia
juvenil es un fenómeno de ámbito mundial, pues se extiende desde los rincones
más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes
ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un
problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra
civilización. La cuestión es que
desde hace una década esa delincuencia juvenil ha aumentado de forma alarmante,
pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social, tanto
por su incremento cuantitativo, como por su progresiva peligrosidad
cualitativa. Una de las razones de
ese aumento es la proliferación de las bandas juveniles. Los actuales momentos
de las bandas de teenagers que se corresponde con los actuales ñetas
(originarios de Puerto Rico) y latin kings (originarios de Ecuador) y los
antiguos teddy-boys (Reino Unido) bloussons noirs (Francia) , los vitelloni
(Italia), los histres (USA), los halbstarker (Alemania), loss anderujmer
(Dinamarca), stillia guines (Rusia) , zazous (Africa), hooligans (Polonia,
importado de lso aficionados futboleros
británicos), taizo-zoku (Japon), pavitos (Venezuela) y en España los
gamberros. Podemos decir que la
globalización ha llegado a las bandas callejeras. Las pandillas son un fenómeno
mundial, no porque se hayan convertido en organizaciones multinacionales
(aunque algunas lo son), sino por la enorme movilidad de sus miembros y su
cultura en los últimos tiempos, la inmigración e internet sirven de vehículo de
los mensajes y símbolos de las bandas. Este hecho es un
contrasentido pues hablamos de una pandilla que territorialmente puede estar
aislada en un barrio o territorio marginal de una ciudad y que por otro lado se
extiende a todo el mundo. El crecimiento de
este fenómeno no es un dato aislado a un país concreto sino que también es
global. El Centro Nacional de Bandas Juveniles de EE.UU. calcula que ya hay más
de 731.500 pandilleros, repartidos en 21.500 bandas distintas de todo el país y
que bandas existentes en EE.UU. han llegado a España, Francia, Grecia,
Suráfrica, Brasil, Países Bajos, Alemania, Bélgica, Reino Unido, Jamaica,
México, Canadá, Japón, China y Australia, entre otros lugares. Como dato además
de los ya mencionados ñetas y latin kings tendríamos en España las maras, los
santos o los lion black y la policía holandesa ha identificado a grupos que
usan nombres de bandas de California, como los Eight Tray Crips. Como hemos dicho no
sólo a través de la inmigración se reproduce y propaga este fenómeno sino que
si en Internet se buscan lemas o menciones de bandas callejeras se obtiene una
serie de páginas web con proclamas, normas, imágenes, símbolos e incluso
territorios. La Red es una nueva plataforma para la guerra entre pandillas, y
el ciberespacio es una salida para actividades que, en la calle, podrían
desembocar en violencia, como las muestras de falta de respeto por bandas
rivales, afirmaciones de superioridad o revelación de secretos. Hay sitios
enteramente dedicados a exaltar la historia y los símbolos culturales de las
bandas, que incluyen documentos internos, oraciones y fotografías. En el fondo, las
bandas, más que una mera cuestión de justicia penal, son un problema social.
Uno de los mayores desafíos actuales es el de reinsertar a un delincuente en
una comunidad. Las etiquetas de "ex delincuente" persiguen a la gente
durante toda su vida, y hacen casi imposible que una persona pueda volver a
empezar desde cero. Estos menores pasan por la justicia penal sin que se
produzca ni la resocialización ni la reinserción. Las estrategias no pueden
quedarse simplemente en detener y enviar a la cárcel, deben tener en cuenta, en
primer lugar, las estructuras económicas de las ciudades y los barrios donde se
genera el fenómeno y, en segundo lugar, las circunstancias personales y
familiares del menor. Porque no podemos
olvidar que estamos ante un menor que comete un comportamiento delictivo y no
podemos hablar en general de la pandilla o de la banda imputándole a ese menor
el comportamiento general de la misma o el miedo que tiene la sociedad frente a
dicho fenómeno. Hay que resaltar
frente a esto como la opinión pública e incluso la doctrina científica suelen
fluctuar desde una posición en abstracto en la que se considera al menor
delincuente como una víctima de las condiciones sociales que debe ser sometida
a medidas de protección con el fin de lograr su reinserción (posición que
podríamos hacer girar en torno al concepto del menor infractor como menor en
peligro) a una posición ante concretos fenómenos delincuenciales graves en la
que se exigen duras medidas penales y tolerancia cero contra estos infractores
juveniles (posición que enfocaría al menor delincuente como menor peligroso). Estos movimientos
pendulares se recogen en todas las reuniones y Congresos nacionales e
internacionales entre los que queremos destacar los siguientes: Reducing Custodial Sentencing for Young Offenders: The
European Experience. Children Law UK/Nacro, London, 23th October 2002. First International Conference "Juvenile justice
and the prevention of juvenile delinquency in a globalized world". International
juvenile justice observatory. Salamanca, October, 2004 Factores de
protección individuales frente a la conducta antisocial en adolescentes. II
Congreso Español de Criminología, Barcelona, 21 a 23 de abril de 2005. Lo mas importante creo,
no es el debate de si el menor debe ser internado o no en un centro o si deben
existir dichos centros de internamiento. Siempre deberán o existirán estos
centros. Lo importante es humanizarlos y hacerlos óptimos para los objetivos
que deberían perseguir: educar, socializar, recuperar al menor en el mínimo
tiempo imprescindible. Lo ideal es que sean centros bien equipados, con
personal especializado, y de pequeño tamaño, evitando la masificación. Debe
también, en la medida de lo posible evitarse internamientos excesivamente
prolongados en el tiempo que no conducen a ningún resultado. En el símil de la
película Carros de Fuego la larga carrera de Juan Carlos Delgado a la sazón El
Pera comenzó delante de los coches de la Guardia Civil y actualmente lo hace al
alimón o detrás como instructor de la Benemérita Institución , lo que desde la
óptica de la Sociología y Biología criminal supone que huía del menor
delincuente para convertirse en el mayor maduro dentro de la Ley. La única lectura
posible es que con la ayuda del Tio Alberto y de la Ciudad de los Muchachos, y
si fuera posible y los politicastros tuvieran mayor preocupación por los
menores y jóvenes, la reinserción y resocialización del menor delincuente es
posible siempre que el presupuesto del Estado recuerde que los mimbres se
pueden enderezar en vez de crear autenticas escuelas de delincuencia con el
olvido de los barrios marginales. El presupuesto y los padres de la patria no
pueden olvidar la ciencia, los científicos y los menores y no legislar al socaire
de los acontecimientos sociales con fines electoralistas Menos tanques y mas escuelas juveniles. Fdo. : Marcos
García-Montes.
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